Prótesis de rodilla
La rodilla es la articulación más grande del organismo, formada por la parte inferior del fémur, la parte superior de la tibia, y un hueso en la parte anterior que es la rótula. Todas las superficies articulares están recubiertas de cartílago, y entre tibia y fémur encontramos los meniscos, que actúan absorbiendo la carga de la articulación.
De la misma manera que otras articulaciones, está recubierta de membrana sinovial que secreta líquido articular, y estructuras musculares y ligamentosas a su alrededor para darle soporte mecánico.
La causa más habitual de lesión del cartílago articular de la rodilla es por la artrosis. Otras causas podrán ser la artritis reumatoide y la postraumática, actuando de la misma manera que en la afectación de otras articulaciones.
Con el desgaste de cartílago las superficies óseas rozan, formando hueso extra (osteofitos), produciendo rigidez y perdida de rango de movilidad.
En la cirugía de reemplazo articular dichas superficies de cartílago se eliminan, tanto de tibia como de fémur y rótula, y se sustituyen por elementos metálicos y de plástico de alta densidad, unidos al hueso sano por cemento o a presión, según la calidad del hueso y la edad del paciente.
Se recomendará el reemplazo articular de rodilla en pacientes con dolor y limitación severa de las actividades de la vida diaria, con una edad habitual de entre 50 y 85 años.
Con la sustitución articular se tiene como objetivo retomar la vida diaria, con limitación de las actividades de alto impacto, y otras modificaciones, ya que las superficies articulares también están sujetas al desgaste de los materiales. En casos de afectación precoz por enfermedades congénitas, tumorales o por lesiones traumáticas la cirugía protésica puede ser indicada en edades menores, siempre teniendo presente dicho desgaste protésico.
La cirugía de sustitución protésica es una cirugía considerada “mayor”, por lo cual no está exenta de riesgos. Durante el ingreso hospitalario, que será de aproximadamente 5 dias, se tendrá cuidado del estado general del paciente, así como de controlar las complicaciones precoces. El paciente será instruído respecto a los signos y síntomas de alarma ante los cuales deberá consultar. La terapia de rehabilitación física se iniciará precozmente durante el ingreso.
Preparación pre y postoperatoria
El paciente deberá informar a su médico respecto a la medicación habitual, que en algunos casos deberá ser modificada o interrumpida.
El paciente deberá tener en cuenta que requerirá de ayuda después del alta hospitalaria. Deberá adaptar su hogar para la nueva situación, eliminando elementos que pudieran entorpecer su deambulación, modificando su habitación para disminuir el uso de escaleras, proveerse de asidores o agarradores en baño y escaleras, y de muletas o andador para los primeros meses postoperatorios.
La herida tendrá que ser cuidada, mantenerla limpia y seca y seguir las instrucciones que le notifiquen durante el ingreso al respecto del baño y el cambio de apósito. Ante cualquier duda deberá consultar.
Es de esperar que la tumefacción de la pierna dure entre 3 y 6 meses. Puede usar medias de compresión para mejorar la circulación y elevar ligeramente la pierna, así como aplicar hielo.
Siga las instrucciones respecto a la ingesta de medicación postquirúrgica. La administración de heparina de bajo peso molecular en forma de inyección subcutánea será necesaria durante 30 dias postoperatorios.